Qué solo estoy detrás de mis ventanas;
y mientras juega el viento con la nieve
pienso en mi juventud, huyendo, breve,
más lejos que las cumbres más lejanas.
Y al extinto fulgor de otras mañanas
pasan mis glorias, y en el aire leve
ya dejo que la nieve se las lleve
donde dispersas van las cosas vanas.
Tranquilo, como un hombre que ha soñado
y se despierta, y al mirar el día
ve que la muerte espera al otro lado,
estoy de pie, detrás de los cristales,
acariciando la melancolía
y sus alas plegadas y triunfales.