No me mires a los ojos, sino a la mirada, mira que quien se queda en la carne no llega nunca a la vida. Mírame como a un espejo que te mira, que quien mira no más que a ojos de la carne según va mirando olvida.
Categoría: Miguel de Unamuno
La oración del ateo – MIGUEL DE UNAMUNO
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes, y en tu nada recoge estas mis quejas; Tú que a los pobres hombres nunca dejas sin consuelo de engaño. No resistes a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes, cuando Tú de mi mente más te alejas; mas recuerdo las plácidas consejas con que mi alma endulzóme …