La música de este pequeño tambor habla de raros tesoros ayer sonreíste, aunque no sé si para mi. Sólo tengo el brillo del adorno de plata, de ese […]
El trueno de la seda – ALBERTO LAISECA
Escucho el trueno de la seda, miro el brillo deslumbrador de una piedra opaca, y huelo las escamas del pez de madera. Sin embargo, no supe sentir a […]
En aguas bajas – ALBERTO LAISECA
Mis poemas antes tenían toda la profundidad de la superficie. Ahora tienen toda la superficialidad de lo profundo. Yo sé de la molicie que espera en las aguas […]
Un viejo maestro – ALBERTO LAISECA
Al final de las riberas del Ho, como un genio fabuloso, vivía un Viejo Maestro. Diez milenios duró su existencia, para dibujar cada ideograma demoraba cien años y […]
Alberto Laiseca – Poemas cortos – La gran muralla
La gran muralla No es su costumbre, pero la garza amarilla desplegó sus alas e inició anoche un vuelo nocturno. No es frecuente en China; pero a veces […]
Las cuatro edades del hombre – Alberto Laiseca
Las cuatro edades del hombre En la Primera Edad se ama a Confucio. En la Segunda Edad se lo odia. En la Tercera Edad, con miedo y abyección, […]
Un poema vulgar – Alberto Laiseca
Un poema vulgar Por tu amor estoy dispuesto a decir la palabra más trivial. Mi casa está limpia y resplandece. Despierto, y cada amanecer es un vaso de […]
El arroz que compartimos – Alberto Laiseca
En el Reino de Ch´u hay un árbol; quinientos años dura su primavera. Mas, en nuestro jardín, poco tiempo permanecerá el esplendor de las flores del ciruelo. Al […]
Pequeño gorrión – ALBERTO LAISECA
Pequeño gorrión Mi amada no conoce jaulas; va y vuelve cuando se le ocurre. No te cantaré cuando te hayas ido, pequeño gorrión salvaje. Te canto ahora que […]
Árbol ciruelo – ALBERTO LAISECA
Digo «te amo» y tú sonríes, pero al minuto siguiente tu rostro afila el borde de una larga sombra. ¿Deberé decir «me fastidias»? quizá así, luego de tu […]
El recuerdo de tu sonrisa – ALBERTO LAISECA
El rocío aumenta el peso de mi túnica. El sueño danza lejos de mí ignorando la entrada que le proponen mis ojos. Sin embargo es preciso que descanse […]
Una frase que obliga a la reverencia – ALBERTO LAISECA
La dura princesa Wu pidió una canción. Muchos han muerto ya, procurando satisfacerla. Grande es el premio, empero: su propia mano. Por la posibilidad de su sonrisa festiva, […]