En mi cuarto no hay nada,
salvo el tocadiscos y una cama;
y en el corazón tampoco hay nada,
salvo un hijo distinto a mí.
Así hay espacio para moverse
tanto en el corazón como en el cuarto
tiré los harapos al fuego,
los sentimientos, al mar.
No todos tienen el cuarto vacío,
no todos tienen el corazón vacío:
se puede dejar entrar
cada mañana un mundo nuevo.