La sociedad te enseña: esto es bello,
es bueno, es verdadero, y no debes hacer aquello.
A cada hombre le ofrece, ya establecidas, la ética,
la metafísica, la lógica y la estética.
Mas, de vez en cuando, surge un vidente
que explica a los demás que nada es verdadero.
Luego desaparece y la sociedad se dedica
a tergiversar el sentido de su obra.
Es en verdad curioso que siendo ella nosotros mismos
tanto se empeñe en volvernos tontos.
¿Qué comunidad del mundo animal
enseña a los suyos el arte de hacerse daño?
Pero los animales no poseen, es cierto,
la facultad de expresar el pensamiento.
El hombre, en cambio, es un ser extraordinario,
sólo goza si goza el vocabulario.
Tomemos, por ejemplo, la palabra feliz:
si no existiera, ¿quién sería infeliz?
Lo mismo ocurre con la palabra honor,
con la historia, con Dios y con el amor.
Tratad de renunciar a los conceptos abstractos
y de vivir atendiendo solamente a los hechos.
Os expulsarán de inmediato de la sociedad
y regresaréis al limbo de la primera edad.