Estaba de centinela en la rama de un árbol cierto Gallo experimentado y ladino: —Hermano –díjole un Zorro con voz meliflua—, ¿para qué hemos de pelearnos? Haya paz entre nosotros. Vengo a traerte tan fausta nueva; baja, y te daré un abrazo. No tardes: tengo que correr mucho todavía. Bien pueden vivir sin zozobra, Gallos …