El frío, tal como se lo nombra después de haberlo reconocido en otros efectos alrededor, entra en la ola, que es reemplazada por el hielo.
Igualmente los ojos, de pronto, se acomodan a una nueva extensión: por un movimiento de conjunto llamado atención, mediante el cual un nuevo objeto es fijado, se capta.
Es el resultado de una espera, de la calma, un resultado al mismo tiempo que un acto: en una palabra, una modificación
A una ola igualmente, a un conjunto informe que colma su contenido, o por lo menos que enlaza hasta cierto nivel su forma —por efecto de la espera, de una acomodación, de una especie de atención de igual naturaleza además, puede entrar aquello que ocasionará su modificación: la palabra.
La palabra sería pues para las cosas mentales su estado de rigor, su manera de mantenerse en pie fuera de su continente. Una vez comprendido esto, tendremos el tiempo, y el placer, de estudiar con calma, minuciosamente, con aplicación sus cualidades enumerables.
La más notable y que salta a la vista es una especie de crecimiento, de aumento de volumen del hielo con respecto a la ola, y la fractura, por parte de ésta, del continente que antes fuera forma indispensable.