Todo me aburre hoy. Descorro mis cortinas.
Arriba el cielo gris que eterna lluvia raya,
la calle abajo donde, en la bruma hollinosa,
van sombras, resbalándose en los charcos del agua.
Miro sin ver hurgando en mi viejo cerebro,
y en el vidrio empañado, con gesto maquinal,
hago caligrafías con la yema del dedo.
¡Bah! salgamos, y acaso veremos novedades.
No hay libros nuevos. Nadie. Transeúntes estúpidos.
Solo barro y simones, y el eterno aguacero…
Luego la noche, el gas, y vuelvo a lentos pasos…
Ceno y bostezo, y leo, y nada me apasiona…
¡Bah! a la cama. —Las doce. La una ¡Ah! ¡todos duermen!
Solo, yo no me puedo dormir, aún aburrido.