En el centro de Europa están conspirando.
El hecho data de 1291.
Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas
religiones y que hablan en diversos idiomas.
Han tomado la extraña resolución de ser razonables.
Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades.
Fueron soldados de la Confederación y después mercenarios,
porque eran pobres y tenían el hábito de la guerra y no
ignoraban que todas las empresas del hombre son
igualmente vanas.
Fueron Winkelried, que se clava en el pecho las lanzas enemigas
para que sus camaradas avancen.
Son un cirujano, un pastor o un procurador, pero también son
Paracelso y Amiel y Jung y Paul Klee.
En el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, crece una
torre de razón y de firme fe.
Los cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una
de mis patrias.
Mañana serán todo el planeta.
Acaso lo que digo no es verdadero; ojalá sea profético.