No atrojes el pan que te sacia;
alguien hay detrás de la puerta,
hay quien nunca pierde la esperanza
si no ve tu rostro avieso.
Límpida, la claridad de la mañana
que, en silencio, cubre el alba muerta,
duerme en sus ojos de niño.
No atrojes el pan que te sacia;
alguien hay detrás de la puerta,
hay quien nunca pierde la esperanza
si no ve tu rostro avieso.
Límpida, la claridad de la mañana
que, en silencio, cubre el alba muerta,
duerme en sus ojos de niño.