Soy muy joven; la púrpura en mis venas abunda;
mi cabello es de jade, mis miradas de fuego,
y sin tos ni arenilla puedo llenar mi pecho
con el aire del cielo, que es el aire de Dios.
Al capricho de vientos de Bohemia mis noches
y mis días arrojo, sin pensarlo dos veces,
y a menudo entre frascas me sorprende la aurora
desatando una máscara hecha de terciopelo.
Unas la llave de oro de sus almas me dieron,
otras dicen que soy su señor y su dueño,
yo las amo, y a veces algún ángel mujer
deja el cielo y se duerme sobre mi corazón.
Todos saben mi nombre; vivo libre y feliz;
tengo algún enemigo y algún que otro envidioso;
pero en mí la amistad siempre encuentra un asilo,
que otro sea feliz no me ofende jamás.