No somos un equipo, verdaderamente
no somos un equipo.
Vos no estás,
tendrías que estar. Para ser un equipo
tendrías que estar.
Aun así,
no deslindo responsabilidades.
Como si te llevara del brazo
(serías un viejito, te lo recuerdo),
te acompaño visitando esas tumbas que no imaginabas.
La temperatura es baja,
los autos se arremolinan
a la intemperie
y puede que sus dueños no vuelvan.
El mundo no está asegurado.
Pero, quiero volver a esa idea,
y decirte que si bien es imposible
que seamos un equipo, igual
fui, durante bastante tiempo,
como un soldado de reserva
aguantando nuestro campo de acción.
Y te acompañé, haciendo de cuenta que estabas,
a muchos lugares extraños.
No es tu culpa. Hace mucho que no estás.
No es fácil decirlo.
A veces sueño que pulseo
con un brazo, sólo con un brazo,
y no tiene el color de todos los brazos,
es rojo, verde, ¡índigo!
Y me despierto sin saber quién ganó,
realmente me despierto sin saber quién ganó.
Sería más fácil si estuvieras: podrías ignorar
todo lo que sucede
y ser lo que verdaderamente sos.
Por un instante si estuvieras para explicarme
que esto es así y que va a ser así siempre.
Una explicación de tu parte
cerraría el círculo.