Escucho el trueno de la seda,
miro el brillo deslumbrador de una piedra opaca,
y huelo las escamas del pez de madera.
Sin embargo, no supe sentir a tiempo tu corazón.
La dura princesa Wu pidió una canción. Muchos han muerto ya, procurando satisfacerla. Grande es el premio, empero: su propia mano. Por la posibilidad de […]