Finalmente, mientras sereno
escribía, y de buen humor,
y redactaba este legado,
la campana de la Sorbonne
oí tañer a todo vuelo
anunciando la Salvación.
Suspendí entonces mi tarea
y recé con el corazón.
Yo, en el año mil cuatrocientos cincuenta y seis, François Villon, estudiante, considerando con sensatez y decisión que es deber someter sus actos al examen […]