Me has hablado de vicio en tu carta de ayer
El vicio no entra en los amores sublimes
No es más que un grano de arena en el mar
Un solo grano descendiendo en los glaucos abismos
Podemos hacer que funcione la imaginación
Hacer danzar a nuestros sentidos sobre los despojos del Mundo
Enervarnos hasta la exasperación
O revolcar nuestros cuerpos en un fango inmundo
Y unidos el uno al otro en un único abrazo
Podemos desafiar a la muerte y su destino
Cuando nuestros dientes crujan en un crujido de pánico
Podemos llamar tarde a lo que se llama mañana
Tú puedes deificar mi voluntad salvaje
Yo puedo prosternarme como ante un altar
Ante tu grupa que ensangrentará mi rabia
Nuestros amores seguirán puros como un cielo azul
Qué importa si agotados, mudos, con la boca abierta
Como dos cañones caídos de su soporte
Rotos de tanto amar nuestros cuerpos queden inermes
Nuestro amor seguirá siendo siempre lo que fue
Corazón mío ennoblezcamos la imaginación
Frecuentemente la humanidad carece de ella
En todo esto el vicio no es sino una ilusión
Que sólo engaña a las almas vulgares
3 de febrero de 1915