La ladera
Junto a mí vives, igual a mí:
como una piedra
en la mejilla hundida de la noche.
Oh, esta ladera, amada,
donde sin pausa rodamos,
piedras que somos,
de reguero en reguero.
Cada vez más redondas.
Más afines. Más ajenas.
Oh, ese ojo ebrio
por aquí extraviado tal nosotros
y que a ratos atónito
en uno nos mira.
Paul Celan