Fríos hipócritas, no habléis de dioses.
Sois demasiado razonables para creer en Helios,
en Júpiter tonante, en el dios de los mares.
Muerta está la Tierra, ¿cómo agradecerle?
¡Consolaos, dioses! El alma huyó de vuestros nombres
pero seguís embelleciendo nuestros poemas.
Y cuando se requiere un grandioso nombre,
a ti se te invoca, ¡Madre Naturaleza!