Escribir un poema sobre nada
donde puedan flotar todas las transparencias,
lo que no conoció nunca la condena del ser,
lo que ya la abandonó,
lo que está por empezar
y tal vez nunca empiece.
Y escribirlo con nada o casi nada,
con la sombra de las palabras,
los espacios olvidados,
un ritmo que apenas se destaca del silencio
y un silencio acotado en un punto
por detrás de la vida.
Un poema sobre nada y con nada.
Quizá todos los poemas,
pasados, futuros o imposibles,
puedan caber en él,
por lo menos un instante cada uno
como su descansaran en su forma,
en su forma o su nada.