Cenotafio
Paul Celan
Disemina tus flores, forastero, disemínalas en paz:
déjalas caer a lo hondo,
a las espinas.
Quien aquí debía yacer, ése yace
en ninguna parte. Pero a su lado yace el mundo.
El mundo, que abrió su ojo
ante tantas gasas.
Pero él, porque tuvo algún vislumbre, se alió
al partido de los ciegos:
anduvo y espigó demasiado:
espigó el aroma —
y los que vieron esto no le perdonaron.
Entonces fue y se bebió una rara gota:
el mar.
Los peces —
¿se unieron los peces a él?