Paul Morand

Beneficios de guerra – PAUL MORAND

Al final de la calle, el mar,
con sus corrientes, está colgado
entre dos balcones.
(Los veleros pasan por la planta baja
y los vapores por el cuarto piso).
La montaña carga con sus nubes ensortijadas.
El alquitrán cuece a fuego lento, guiso fenicado,
las algas huelen a enfermería militar,
el olor del puerto da ganas de morir.
Realmente, desde el armisticio, todo tiene un sabor
atroz.
Llevo la guerra impresa en los huesos.
Quisiera conservar mi espíritu bien encerrado
en mi pecho,
como los filósofos chinos,
pero hay escapes europeos.
Las líneas de mi destino han sido remendadas
con cordeles.
La guerra ha destilado el mundo moral
en un alambique de hierro
que, con el frío de la paz, forma horrendos depósitos.
Cuanto más cómodos nos ponemos
más molestos nos sentimos;
Quizá hayamos vivido demasiado de préstamos
y después de los años ¿conoceremos las anualidades?
Vamos hacia la hora en la que tener zapatos será
una suerte.
Menos mal que buena parte de la película ya
ha pasado.