Du Fu

Balada de los carros de guerra – DU FU

Balada de los carros de guerra

Chirrían los carros
relinchan los caballos
marchan los hombres, arcos y flechas a la cintura
padres y madres, esposas e hijos
corren tras ellos a despedirlos,
de tanto polvo no se ve ya el puente de Xianyang,
se agarran a sus ropas, patalean
cierran el paso llorando
su llanto asciende directo a lo más alto del cielo.
Al borde del camino un viajero
pregunta a uno de los que marchan
el hombre le responde:
«no paran de reclutar
algunos a los quince partieron
a defender el norte del Río
a los cuarenta todavía siguen
protegiendo las tierras del oeste».
El día de la partida
el jefe del pueblo les venda la cabeza
cuando regresan, la cabeza cana,
han de marchar de nuevo a defender la frontera
en la frontera corre la sangre
hasta volverse un mar
el emperador Wu de los Han
quiso ensanchar la frontera
mas hasta ahora
no se han cumplido sus deseos.
¿No habéis oído decir
que en los doscientos distritos de los Han
los del oeste de la montaña
en mil ciudades, diez mil aldeas
ya sólo crecen zarzas y matojos?
Puede que sea una mujer robusta
la que sostenga el arado
para que crezca el arroz
en los surcos sin este ni oeste.
Los soldados del país de Qin
orgullosos de su resistencia en tan dura guerra
se ven tratados como bestias
no se los considera ya
distintos de las gallinas o de los perros.
Les pregunto
mas los hombres reclutados
no se atreven a quejarse.
Además este año al llegar el invierno
no se desmovilizan las tropas al oeste del Paso.
El mandarín del distrito, empero,
se apresura a reclamar el impuesto.
¿El impuesto? ¿De dónde sacarlo?
Es bien sabido que hoy
alumbrar un niño es una desgracia
mejor una hija
una hija puede casarse con un vecino
un hijo acaba enterrado bajo la yerba.
¿No veis en las orillas del Mar Azul[86]
desde tiempos bien antiguos
esos huesos blancos que nadie ha recogido?
Los espíritus de hoy están furiosos
los espíritus de ayer lloran indignados.
Bajo el cielo cubierto la lluvia
moja sus apesadumbrados lamentos.

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