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A la esperanza – JOHN KEATS

Cuando frente a la lumbre en soledad reposo,
y odiosos pensamientos circundan mi alma triste,
y ni un hermoso ensueño mi fantasía mueve
y el yermo de esta vida se muestra ya sin flores…
dulce Esperanza, vierte tu bálsamo de éter,
y bate sobre mí alas de plata.

Cuandoquiera que vague, al caer de la noche,
donde enramadas cieguen la clara luz de luna,
si el triste desaliento aterra mis pensares
y ahuyenta severo la preciosa alegría,
con los rayos de luna asómate entre hojas
y el infernal desánimo mantén al fin distante.

Si el desengaño, padre de la desesperanza,
la empujara a tomar mi corazón confiado,
cuando, como una nube, en el aire suspensa,
va hechizando a su presa, y prepara su golpe,
¡ahuyéntala con fuerza, dulce Esperanza clara,
y espántala cual alba que asusta a la tiniebla!

Y siempre que el destino de aquellos que más amo
a mi pecho turbado cuente un cuento de penas,
oh, intrépida Esperanza, mi fantasía cura,
tus más dulces consuelos concédeme un instante:
fulgores celestiales derrama en mi cabeza,
y bate sobre mí alas de plata.

Si agraviara mi pecho un amor desdichado,
por unos padres crueles o una bella inflexible,
¡oh, haz que nunca piense que me conduje en vano
sollozando sonetos en la noche mediada!
¡Dulce Esperanza, vierte tu bálsamo de éter,
y bate sobre mí alas de plata!

Al pensar en los años que de vida aún me quedan…
que no vea el honor de mi patria manchado,
oh, que vea a mi tierra salvaguardar su espíritu,
su orgullo, libertad… no su pálida sombra.
Derrama de tus ojos sus raras claridades,
y bate sobre mí alas de plata.

Haz que no vea el alto legado del patriota
—¡la libertad excelsa!, ¡excelsa, en simples vestes!—
agachar la cabeza bajo el púrpura abuso
de un gobierno corrupto, y esperar a la muerte;
¡Que descender te vea de lo alto y tus alas
iluminen los cielos con fulgores de plata!

Y así como una estrella, majestuosa entre brillos,
dora la clara cima de una sombría nube
e ilumina la faz de unos cielos velados,
cuando oscuros pensares amortajen mi espíritu,
dulce Esperanza, vierte tus dones celestiales,
y bate sobre mí alas de plata.

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