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Categoría: Rubén Darío

A Juan Ramón Jiménez – RUBÉN DARÍO

Jiménez, triste Jiménez,
no llores; el mundo es áspero.
La vida es hiriente.
La fiebre
va por todas partes y hiere.

Jiménez,
la vida
está encendida
en tu pupila,
en tu emoción infinita,
en tus versos que cantan
canciones antiguas
del corazón de tu España,
que está en tu alma misma.
(Jiménez, es preciso
reír, o sonreír al paraíso).

Jiménez, las pasiones que nacen
hacen temblar los cuerpos y las almas.
Son tempestades, terremotos interiores
que de pronto estallan
en nuestras miserables armazones,
hechas para los sueños y las hadas.
En la red de tus nervios
está presa, Jiménez,
una gaviota blanca.
Ella pide las inmensidades
de esos vates azules que buscas y no hallas.

No te expresaré, Jiménez,
sino la parte de la Esperanza,
cuando vayas tranquilo
y sonriente vayas.
Estoy muy cansado.

Estoy muy cansado.
Necesito suaves pláticas,
hablaremos de las ideas,
hablaremos de las almas .
Tendremos compasiones
para las gen tes malas.
Leeremos bellas poesías
y :reiremos de las musas falsas .

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