También tengo mi honda para hombres. Se les puede lanzar lejos, muy lejos. Hay que saber tomarlos.
Sin embargo es difícil lanzarlos suficientemente lejos. En ocasiones regresan después de cuarenta años, cuando uno se creía finalmente tranquilo, y quienes lo están son ellos, retornando con el paso parejo de quien no tiene prisa, como quien estaba allí cinco minutos antes para poder volver inmediatamente después.