en la hoguera encendida donde
ardía desnuda la bruja
me divertía
sin dar pie ni patada
en esta tarde
arrancando lentamente
con las uñas
la piel de todas
las llamas
a la una y cinco
de la mañana y después
ahora a las tres
menos diez mis dedos olían
aún a pan caliente a miel
a jazmines