Anillos de ceniza – ALEJANDRA PIZARNIK
Anillos de ceniza
A Cristina Campo
Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.
Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.
La enamorada – ALEJANDRA PIZARNIK
La enamorada
Esta lúgubre manía de vivir,
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.
Hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió.
Enviarás mensajes, sonreirás,
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado.
Oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!
Alejandra Pizarnik
Árbol de Diana, 14 – Alejandra Pizarnik
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
Árbol de Diana, 38 – Alejandro Pizarnik
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas:
Este canto me desmiente, me amordaza.
Alejandra Pizarnik – Poemas cortos – Siempre
Siempre
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio.
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Canto – ALEJANDRA PIZARNIK
el tiempo tiene miedo
el miedo tiene tiempo
el miedo
pasea por mi sangre
arranca mis mejores frutos
devasta mi lastimosa muralla
destrucción de destrucciones
sólo destrucción
y miedo
mucho miedo
miedo.
Solamente – ALEJANDRA PIZARNIK
ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos
y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios
ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida
La última inocencia – ALEJANDRA PIZARNIK
Partir
en cuerpo y alma
partir.
Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.
He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más formar fila para morir.
He de partir
Pero arremete, ¡viajera!
La jaula – ALEJANDRA PIZARNIK
Afuera hay sol.
No es más que un sol
Pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y sedientos de realidad
bailan conmigo
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
Sólo la sed… – ALEJANDRA PIZARNIK
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
Como un poema enterado… – ALEJANDRO PIZARNIK
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme
Hablará por espejos… – ALEJANDRA PIZARNIK
hablará por espejos
hablará por oscuridad
por sombras
por nadie
Noche – ALEJANDRA PIZARNIK
correr no sé dónde
aquí o allá
singulares recodos desnudos
basta correr!
trenzas sujetas a mi anochecer
de caspa y agua colonia
rosa quemada fósforo de seda
creación sincera en surco capilar
la noche desanuda su bagaje
de blancos y negros
tirar detener su devenir
Mi bosque – ALEJANDRA PIZARNIK
acumular deseos en plantas ingratas
referir lo tuyo
en verdor solemne
y entonces vendrán diez caballos
a tirar la cola al viento negro
moverán las hojas
sus crines mojadas
y vendrá la escuadra
redondeando versos
Poema a mi papel – ALEJANDRA PIZARNIK
leyendo propios poemas
penas impresas trascendencias cotidianas
sonrisa orgullosa equívoco perdonado
es mío es mío es mío!
leyendo letra cursiva
latir interior alegre
sentir que la dicha se coagula
o bien o mal o bien
extrañeza de sentirse innatos
cáliz armonioso y autónomo
límite en dedo gordo de pie cansado y
pelo lavado en rizosa cabeza
no importa:
es mío es mío es mío!!
Ajedrez – ALEJANDRA PIZARNIK
todavía la enclítica no destruye
los peones reverentes ante él
millares de montañas
revientan exquisitas
delante del sol rojo
(no sol amarillo)
pensar innato en moldeadas rejas
torta trashumeante de vela sin fogón
quisiera ser masa lingüística
para cortarle la barba
ondas en preciosa lumbre
alzar bandera gratuita
kilómetros de nueces
y golpes en relevante torniquete
Yo soy… – ALEJANDRA PIZARNIK
mis alas?
dos pétalos podridos
mi razón?
copitas de vino agrio
mi vida?
vacío bien pensado
mi cuerpo?
un tajo en la silla
mi vaivén?
un gong infantil
mi rostro?
un cero disimulado
mis ojos?
ah! trozos de infinito
Sólo un nombre – ALEJANDRA PIZARNIK
alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra
La única herida – ALEJANDRA PIZARNIK
¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?
He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.
Árbol de Diana, 18 – ALEJANDRA PIZARNIK
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme
Árbol de Diana, 23 – ALEJANDRA PIZARNIK
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Árbol de Diana, 31 – ALEJANDRA PIZARNIK
Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de relojes y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados y un sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta que las palabras olvidadas suenan mágicamente.
Árbol de Diana, 34 – ALEJANDRA PIZARNIK
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente