A veces en las tardes de optimismo
un ave azul surca la ladera
y alegres imaginamos que el abismo
alguien llegó para llevarnos fuera.
Incoherentes gritamos hasta el paroxismo
(el más audaz enarbola una bandera).
Otra vez las palabras honor, guerra, civismo,
hasta que suena la metralla artera.
y en medio del estupor quien mire al cielo
sólo verá planear su desconsuelo.
El pájaro azul no es más que un espejismo
que se esfuma ya tras la barrera,
y quedamos aquí, siempre lo mismo,
sin poder respirar ni ver afuera.