En mis días mozos, solía alegrarme por la mañana,
por la noche, lloraba; ahora, que soy más viejo,
empiezo desesperado mi día, pero
bendito y sereno es su final.
Queridos hermanos, acaso madure pronto nuestro arte, cuando, semejante al adolescente, tras largo fermento, alcance la serenidad de la belleza; vosotros sed piadosos como eran […]