En suspenso
abrir un ojo nuevo en tanta muerta claridad
donde clamores sin anhelos se enternecen al esperarte
fulgor de los rudos charcos otoñales
al pie del muro friable
cuántas veces cerca de los escalofríos maduros
en la cabecera del sol y de las voces masculinas
todas las velas desplegadas —¿no has?— maravillosa
de los sueños en bolina perdido la razón
tantas confesiones han envejecido en la sorda pereza
sobre las cabelleras flotantes de fósforo
y más lejos que las colmenas de las hojas vivas de hierro
se enlazan las contusiones de las suntuosas canteras
sin otra alegría que la que está al acecho de las estaciones
que del reintegro carnal hace vivir las vendimias
divirtiéndose a través de los tragaluces luminosos
bajo risas nuevas que quieren huir en secreto
era el viento que rompe la madera
y el amor no sabía sostenerse
ni las lágrimas sabían decirlo todo
ni forjarse un fervor de clarividencia —en aquel tiempo cazador de caminos
Tristan Tzara