Roberto, José, Antonio, Juan, Esteban,
bajo sus nombres de albañil
se fueron de la vida.
Américo, Paulino, sus cucharas
hablan, caminan, se detienen
a meditar al borde de lo oscuro.
Ellos están encima ya del aire,
alguno
termina de silbar lo comenzado.
En silencio construyen
su eternidad: el pueblo que no olvida.