Madurez tardía Tarde, ya en el umbral de mis noventa años se abrió la puerta en mí y entré en la claridad de la mañana. Sentía cómo se alejaban de mí, como naves, una tras otra, mis existencias anteriores con sus congojas. Aparecían, otorgados a mi buril, países, ciudades, jardines, bahías, para que los describiera …