Simples
¿A qué otro amar sino a ti
Rostro singular que sólo vivirás una vez?
El sol sube sobre el mundo y en tus ojos…
Dios es difícil y está lejos,
Y porque viene la mañana
Te hablo con voz ronca.
Mi rostro es de aquellos
Que necesitan reanudar la costumbre del día
Antes de que otros lo cubran
De ausencia y de signos inciertos.
Pero el tuyo es aún
Una suerte ofrecida de belleza,
Mujer entredormida
En la mayor levedad de tu cuerpo.
Todos aquellos que yo amé
Perecen lentamente
El recuerdo de la punzante juventud
Se abre en mi corazón
Como esas castañas otoñales
Llenas de corazones desiguales que ruedan sobre las hojas.
Y yo no tengo más ojos
Para deslumbrarse con el cielo
Ante la huída de las torcazas,
Apoyo mis labios
Sobre esta paloma de tu mano
Cuyo vuelo no excede la curva de tu hombro.